domingo, 17 de noviembre de 2013

EDUCACIÓN DEL CORAZÓN Y SENTIDO DE LA VIDA



Selene Hernández Esquivel.







El pasado viernes 11 de Octubre se inicio la jornada de trabajo del segundo módulo del Diplomado Sembrando la educación para la Paz, el cuál contó con la participación del facilitador Roberto Hernández Ugalde, un destacado capacitador procedente de la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas.




La dirección y contención que Roberto nos brindó a todas y todos fue en un tono de “Concordia” en toda la extensión y la fuerza de la palabra, siendo fiel a su raíz etimológica (Con: encuentro, acción conjunta y Cordis: corazón) y logrando un verdadero encuentro de corazones. Sin embargo, el proceso dio inicio a través de la confrontación personal, con el trabajo de nuestro cuerpo, las emociones, el intelecto y nuestro espíritu.

Una de las muchas conclusiones a las que llegamos fue la relación reciproca que existe entre  la paz, que se construye con el corazón y el corazón que se fortalece con la paz.  Vivenciamos un ejercicio de empatía, teniendo la oportunidad de saber cómo los compañeros y compañeras percibían  el caminar por la vida como nosotros.   Dicho proceso no se puede lograr sin el Autocuidado, otra de las palabras claves que se mantuvieron en la atención flotante del grupo; el cual se trabajo por medio del reconocimiento y la expresión de nuestras propias necesidades, lo que nos llevo a muchos y muchas al límite del agotamiento emocional, cada uno con un proceso que respetaba el desarrollo individual de cada quien, con el objetivo de que estuviéramos lo más cerca posible de nuestra posición de arraigo.

Uno de los momentos de clímax que vivimos fue el tocar las heridas del alma de todas las personas, reconociendo cual era nuestra máscara, nuestra sombra y nuestra luz. En donde los insight o serendipias estuvieron al servicio de todas y todos. Tocando las necesidades más básicas y profundas que tenemos. Dando inicio con el Amor y la herida del abandono que provoca; siguiendo con el poder y su herida de la perdida de autonomía  y  terminando con la serenidad y su herida de inseguridad.

Se planteó el proceso de convivencia saludable con éstas heridas,  por medio del encuentro en equilibrio de nuestra máscara y nuestros modelos mentales o creencias. Las cuales llegan a determinar la posición de sufrimiento o  cambio con las que afrontamos la vida.  La sesión de trabajo se concluye y Roberto se despide, compartiéndonos su adaptación personal de la tradición judeo-cristiana de dar bendiciones (persinar):

“Por el amor, por el poder, por la serenidad, por la justicia y por la Paz”










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